B. ESPIRITUALIDAD DEL MINISTERIO DE MUSICA:
Misión
del Ministerio de Música.
La misión del ministerio de música es ser mediador entre la asamblea y el Señor. El ministerio a través de la música lleva la asamblea a la oración y al verdadero encuentro con el Señor.
Es canal para que la comunidad se disponga a alabar y adorar al Señor. Guía al pueblo a una alabanza diferente como lo es el cántico nuevo, el canto en lenguas, etc.
El ministerio levanta el ánimo de la asamblea pues la música es expresión de alegría; por eso se canta: "no puede estar triste el corazón que canta a Cristo"; "sólo Dios hace al hombre feliz".
El ministerio evangeliza: no sólo se predica con enseñanzas; también se puede hacer a través de las canciones y sus expresiones.
A través del ministerio en la asamblea, bajo la guía del espíritu Santo, el Señor muestra su voluntad.
El canto del ministerio ha de uniformar a la asamblea. Sucede así en el momento de bienvenida o de oración por alguien especial (como el predicador, el animador o quien va a dar el testimonio), cuando toda la asamblea canta al unísono la misma canción para la Gloria de Dios.
La misión principal del ministerio de música
se ejerce ante todo en, para y por la asamblea; pues no se concibe la idea
del ministerio sin la comunidad. Es en ella donde el ministerio se
realiza como tal, al proclamar el Amor de Dios a través del canto.
Corazón adorador
¿Cómo debe ser un adorador?
Según 1 Sam 16,18, vemos 6 características de David, el gran adorador del Antiguo Testamento.
1. Sabe tocar: Es buen músico, es instrumento en mano de Dios, su don lo dirige el Señor.
2. Valeroso: David inspirado por el mismo
Señor, sin miedo ni prejuicios, perdía todo respeto humano
y se lanzaba a la alabanza y adoración rompiendo toda barrera que
le impidiera alabar a Dios. Fil 4, 13: Todo lo puedo en Cristo
que me fortalece.
2 Tim 1, 7: Dios no nos ha dado
un Espíritu de temor, sino un Espíritu de poder, de amor
y de buen juicio.
3. Buen guerrero: Combatiente espiritual que se vale de su mejor arma: la oración; que persevera en sus luchas sin desfallecer en ninguna circunstancia y no se deja vencer por el cansancio. Ef 6, 14-20. (Vestidura de guerrero) Además es un hombre victorioso, pues antes de ir a la guerra se vale de la gran estrategia (El Espíritu Santo), y así va seguro que la batalla está ganada.
4. De palabra amena: hablando siempre con sensatez (prudencia), evitando murmuraciones inútiles, llenas de malas palabras, consagró sus labios al Señor (Sb 1, 11; 7,15)
5. De agradable presencia: Dejándose tratar continuamente por el Espíritu del Señor, llegó a transparentar a Dios. Pablo sólo con su sombra sanaba, nosotros debemos transparentar a Cristo. La presentación personal de aquel que canta alabanzas también transparenta al Señor.
6. Dios está con él: Debemos
tomar conciencia de la constante presencia cercana de Dios en nuestras
vidas, sin olvidar que el adorador ha de estar también con Dios.
El corazón adorador de María.
Ser puro significa ante todo, estar limpio de todo pecado, de toda mancha, de toda oscuridad. Significa estar abierto a la mirada de Dios, sentir la influencia de su presencia y comportarse con sencillez así como nuestra Madre María.
Ser puro de corazón significa también tener un alma transparente y lúcida y estar abierto a los hombres para que éstos los vean tal cual es; sin caretas ni disfraces, sin engaños ni mentiras tan corrientes en nuestro medio; sin posturas falsas sino teniendo una conciencia que no oculte nada y donde haya una transparencia total.
Al limpio de corazón le repugnan los caminos tortuosos, las palabras aduladoras, la diplomacia astuta y sagaz, por eso marcha siempre de frente, sin torcerse. Vive de la verdad. Vive de claridades.
María nos da ejemplo de un corazón
limpio y donde puede darse la adoración.
Es la madre de la Divina Gracia, puesto que Cristo
es la Gracia de Dios. El imitar el corazón adorador de María
va desde las actitudes que ella manifestó ante los grandes acontecimientos
de Dios. Es lo que vemos en el evangelio de Lucas 2, 19: "María
por su parte conversaba cuidadosamente el recuerdo de todo esto, y lo guardaba
en el corazón". Ella observaba cuidadosamente los signos de
la salvación, obraba por Dios y los meditaba con detenimiento.
Es necesario cultivar la costumbre de estar a la escucha de Dios, Él nos habla cada día y nos propone sus designios. Y no podremos discernir claramente sus planes, sino aprendemos a guardar su Palabra en el corazón. Debemos vigilar que no se rompa nuestro dialogo con Dios y que no quede entorpecido por otros intereses que pueden absorber nuestra atención impidiéndonos observar cuidadosamente los acontecimientos en nuestra vida.
Como María, démonos cuenta que para dar nuestro asentimiento libre y pleno a la voluntad de Dios es necesario guardar los tesoros de Dios en el corazón.